viernes, 8 de agosto de 2014

IN INDIEPOP they trust (tres eventualidades gringas)

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 8 de agosto del 2014.

PHANTOGRAM. A quien no conozca Phantogram este es el momento. Son dos chavos gringos -chava y chavo- que tocan un Trip Hop bastante intenso y veloz con sintetizadores, voces y guitarra. Para qué más.

Yo los conozco de hace algunos meses, pero cada vez que los escucho me es inevitable no pensar en Massive Attack o Portishead. Eso sí, con un estilacho extra adornado con pulcros efectos y rudas distorsiones que golpean la “pared de sonido”. Su música me parece una emulación acertada del mejor Downtempo inglés de los noventa, pero mucho mejor trabajado y estudiado. La voz de Sarah Barthel me redirecciona a una Beth Gibbons más lúcida (Portishead) o a una Victoria Legrand (Beach House) menos hippie pero igual de guapa. Y es eso lo que sobresale de Phantogram: la voz luminosa yuxtapuesta sobre el candor rimbombante de los sintes sabrosones. Eso es. Este dueto es una especie de holograma sonoro que se repite en cada una de sus pistas a manera de loop insistente y prominente. Mucho de Washed Out, The XX, Metronomy, Cults y Grimes (esa canadiense loquita que lo llena a uno de imágenes perturbadoras con su vocecita pop y sus extensiones decoloradas). 

Bajo ese parentezco va Phantogram, solo que estos chavos son más delicadones para componer. De los dos discos que tienen recomiendo “Voices”, que salió este año. Es mucho más profundo que el anterior, “Eyelid Movies”, que por momentos resbala en barroquismos innecesarios.

En “Voices”, los mejores momentos son cuando Sarah canta. Ahí se pueden apreciar las distorsiones del chavo, los loops de ella y otros efectos fabulosos. En sí, es musiquita para escuchar una y otra vez hasta que el oído se canse de la arboleda fantástica que produce su sombra deliciosa y melancólica. Es súper poético y tierno y rudo. Recomendado bien. Diez puntos.



THE DRUMS. A estos chavos los conocí por un amigo aficionado a los viniles. Estábamos escuchando Two Door Cinema Club y eso nos llevó a “Portamento”, el último disco de The Drums.

En sí es un disco acelerado y melódico, con matices de Bombay Bicycle Club y The Vaccines, pero con la oscuridad suficiente de Joy Division o Wild Nothing, aunque relativamente escueto y cursi. En pocas palabras: Tibia musiquita para bailar y corear muy al estilo de los hipsters Foals o los melancólicos Belle and Sebastian. Nada sorprendente, pero eso sí, enriquecido por voces y coros sutiles que se empecinan en suavizar el estruendo del bajo para hacer tonaditas bastante New Wave y poco certeras. Eso sí, “Portamento” está mucho mejor hilvanado que su primer disco (“The Drums”). Ambos son perfectos para la escucha tenue y dedicada. Especiales para quienes disfrutan de melodías suaves pero bien acariciadas por voces adolescentes, casi infantiles y sin profundidad lírica (“I want to buy you something, but a i don’t have any money”).

Habrá que esperar su tercer disco que saldrá este año. Ojalá sea algo más parecido a Bloc Party o The Wake, y menos a los patojones de Delphic.



OK GO. Después de ver una y otra vez todos sus videos, una sensación de vértigo creativo me invade. Cada uno de sus trabajos es una delicia audiovisual y un desdén de chingadera -desde aquel primerizo con una cuasiestúpida coreografía sobre Bandas para hacer ejercicio hasta el espeluznante y detallista videoperformance que le rinde homenaje a la Máquina de Rube Goldberg. Así, pasando por otro gran número de ideas genialidades a “bajo presupuesto”- que todo lo pueden.

¿Pero y su música? Pues nada del otro mundo, aunque en toda su producción haya una lista innumerable de géneros que se acoplan y aderezan muy bien al estilo del Power Pop o Pop estridente. Tres trabajos valiosos (“OK Go”, “OK No” y “Of the Blue Colour of the Sky”) de los cuales se rescatan canciones muy bien elaboradas e interpretadas. Así, todo bien: Baladitas poderosas, acelerones bailables y ritmos pegajosos con letras pegajosas. Todo bien para disfrutar de distorsiones bailables que enfatizan el show musical y la proliferación de géneros auditivos que al final de cuentas, cautivan y sorprenden en su impacto.

Lo mejor, entonces, es escucharlos sin el prejuicio de la música hecha y, claro, disfrutar de toda su música acompañada de lo mejor: sus videos.

Un ejemplo es el último videoclip (The writing’s on the wall) del nuevo disco que saldrá en noviembre, en el cual los efectos visuales y la forma de ver lo que vemos, dejan claro que “lo que está escrito en la pared” es ilusorio así como toda la música hecha hasta ahora en Norteamérica.

Porque sí, no solo la música inglesa es perdurable y memorable. Ojo.