Viernes 31 de octubre del 2014.
ADA de Adanowsky, 2014.
Adanowsky –más conocido por la 
producción del disco Solstis de Larregui, sus otros proyectos musicales,
 los experimentos fílmicos y además por ser hijo de Alejandro 
Jorodowsky– nos pinta de entrada un disco lleno de líricas fáciles y 
ritmos ochenteros; mejor apreciados, quizá, en bandas como Empire of the
 Sun, Pnau, Foster the people y Phoenix. En sí, totalmente opuesto a sus
 discos anteriores, en los que el elemento lingüístico es vital: 
«Amador» en castellano y «Étoile Éternelle» en francés. Pero bueno, no 
todo en este disco es apreciación o sublimación retro. También hay 
cuidado y precisión armónica. Entre más se escucha pareciera tener un 
hilarismo fabuloso y despojado de toda solemnidad. En otras palabras: 
una chingadera espontánea. Y eso es lo que más me gusta de su rítmica. 
Las verosímiles Dancing on the radio, I don’t love you y You’re my lover
 te pueden hacer bailar muy al estilo de Bananarama o Bangles, pero su 
voz (muy a lo Lenny Kravitz en ectasy) crea una atmósfera muy especial, 
sobre todo en Get up and fight, que destila sintetizadores y 
aeróbicos cocainómanos. Todas las demás, pues bueno, son un complemento 
funky muy bien intencionado. Y aunque por momentos deteriora en 
aburrimiento, también añade frescura y ligereza en tiempos de líricas 
convulsas o poéticas “cromañónicas”. Así que no queda más que escucharlo
 y disfrutarlo al por mayor. Recomendado, sí, para ponerlo antes de ir a
 la galería o a la reunión hipster. Un éxito de disco. Olvidadizo 
también, por eso 80 puntos, como la década que lo inspiró.
DANCE BABY de Solomun, 2009.
Este será tu disco favorito si te gusta 
el house y los ritmitos bailables. Es melódico, sencillo y minimalista. 
Lleno de brillos del deephouse más cálido pero también oscurón para la 
densa pista de baile. Tiene susurros del lounge y el nujazz intrépido de
 finales de los noventa, que sabe entretejer con voces, loops y otros 
efectos sin complicaciones ni recordatorios de grandeza. Es más, 
pareciera que es un disco de bajo perfil en el que el bosnio-alemán 
destila urbanidad, carisma y retórica armoniosa. Sus versátiles Cloud Dancer y After rain comes sun
 son un ejemplo del house más adepto para el bailongo, pero también para
 el disfrute de la “ensoñación” sonora. Mucho de funk, r&b y musicón
 ochentero se respira en sus contorsiones rítmicas. Cero drama y mucha 
sensualidad. Deja-vu, por otro lado, es perfecta para el club 
pero también para la fiesta sabatina de media tarde con churrasco y 
“frías” bien frías. En sí, un disco recomendado para hacerlo tronar de 
corrido de camino al mar en cualquier despliegue de la carretera. 90 
puntos.
IN TECHNICOLOR de Coma, 2013.
A ver, para hablar de este disco vamos 
por partes. Hace tres semanas fue el aniversario de Cube Records y 
tocaron varios DJ’s, entre ellos el productor Alex Hentze (quien por 
cierto se lució con un live set sugestivo lleno de loops y bases 
rítmicas poderosas). Después de Alex, el plato fuerte de la noche era 
Coma, este dueto de alemanes llenos de beat y elegancia. Así los conocí,
 en plena pista de baile y conversaciones de madrugada. Su sonido en 
vivo es otra cosa, mucho más áspero y amplio, pero después de escuchar 
dedicadamente su música llegué a la conclusión de que la mejor música 
electrónica, o bueno, la más profunda de todas es la alemana (Kraftwerk,
 Apparat, Nils Frahm, Mode Selector, DJ Koze y una lista de DJ’s 
“comerciales” interminable). Pero bueno, vamos a al disco: de entrada es
 una ampliación a nuevas estratósferas electrónicas y a nuevos paraísos 
melódicos. Las voces, coros y demás efectos tienen la precisión de un 
reloj suizo, que sin ser arrogantes proponen una nueva manera de 
escuchar la música. Les Dilettantes, My orbit, T.E.D. y The great escape son delicias sonoras que lo llenan todo de ritmo, robótica y felicidad onírica. Missing peace
 es la guinda en el pastel del minimalismo. Mucho house pero también 
IDM. Música hecha para oídos selectos que la sabrán apreciar en la pista
 o en los audífonos. Loops insistentes que lo cubren todo de armonía y 
voces infatigables que evocan lo mejor del purrún vocal. Un disco 
imperdible para aquellos a los que la música electrónica los engancha. 
Aliado perfecto para los que disfrutan del buen “sonar”. Gracias Cube 
por traerlos a Guate. 100 puntos a ustedes y 100 puntos a Coma por esta 
joya memorable de LP.
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