viernes, 27 de febrero de 2015

DISCO RAYADO: Dos discos pa el roadtrip

Columna publicada en El Danzante #14 del Danzón Pérez.
Febrero del 2015.

Todo viaje sugiere un ritual sonoro que hay que preparar con tiempo, gusto y ganas. Ya sea con Deezer, Spotify o los playlists del iPod. La idea es aderezar ese viaje a la playa, de vuelta a casa o al fatídico trabajo.

Por eso decidí recomendar dos discos poderosos y sexys que me han acompañado en la carretera y que estoy seguro apreciarán hasta en la sopa. Escúchenlos de principio a fin y disfruten de todas sus texturas.


POOLSIDE – PACIFIC STANDARD TIME.  A Poolside los conocí por esas sugerencias (a veces acertadas) de Spotify. Su ritmo groovy, funky, suavezón y relajado me atrapó de inmediato. Armonías pegajosas y playeras, organizadas al mejor estilo de la música fina (Tycho, Groove Armada, Boards of Canada o Washed Out). Ritmos sensuales y llenos de texturas espaciales. En sí, música sofisticada sin tanto adorno y con la sutileza creativa de “quien la puede”. Tanto así que James Murphy (LCD Soundystem) ha puesto algunas tracks en sus conocidos DJ Sets. Desde la covereada «Harvest Moon» a las dance-disco-groovies «Give it a rest», «Between Dreams» o «Without you» pareciera que a los dos músicos de Los Ángeles le sale muy fácil (y hermoso) lo que hacen. El disco es perfecto para maridarlo con una ida a Sipacate o para desvestir a la novia/novio de a poquitos.

Así de sabrosón está el disco.


PHANTOGRAM – VOICES. Estos dos chavos fueron la sorpresa del 2009 con su disco Eyelid Movies, que llegó a los mejores charts de discos indies y alternativones en un abrir y cerrar de ojos. Rápidamente la crítica los encasilló en un triphop tipo “dark listener”, que dejaba ver lo mejor del triphop noventero: Portishead, Massive Attack o Tricky. A diferencia de que Phantogram parece remezclar el triphop viejo para hacer un pop más denso y callejero. Pero bueno, en el disco del año pasado la historia cambia. El dueto gringo parece retomar la línea ácida de la electrónica con una voz más sensual e hipnótica (Sarah Barthel). Las texturas están más trabajadas, los delays persisten en los sintetizadores y la múltiple gama de loops baila en conjunto con las distorsiones, que le añaden una violencia casi orgásmica (muy parecido a lo que logra Victoria Légrand en Beach House o Beth Gibbons en los primeros discos de Portishead). En sí, es una belleza de disco que flota y no languidece en sus más de 40 minutos de altibajos rítmicos. Es perfecto para mezclarlo con una fiesta al aire libre (con asado y cervezas) o para viajar rumbo a Atitlán con el tibio celaje de fondo.

En cuatro palabras: Una nave de disco.
 

viernes, 20 de febrero de 2015

DIGITALIZADO: Deezereado, Spotifieado y Shazameado

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 20 de febrero del 2015.


Con Deezer y Spotify uno se la pasa alegre. En el último mes he conocido veintisiete bandas, bajado catorce discos y escuchado más de ciento quince horas de música nueva. Me la paso de un playlist a otro, siempre anotando los mejores sonidos y disfrutando de bajar discos enteros.

No me avergüenza. Lo admito. Soy un engasado con eso de bajar cualquier synthpop gringo, indiefolk, indietrónica o neo-sicodelia. No me molesta dedicarle horas a Grammar de Body Lenguage, Supermodel de Foster the People o Bailar y Llorar de Teleradio Donoso. La idea me parece hermosa: escuchar cualquier disco en random sin el prejuicio de lo “bueno” o “malo”. Así he encontrado bandas sublimes y otras estúpidamente extrañas. Siempre hay de todo. La lista es enormísima: Crazy P, Mima, Ten Walls, Summer Heart, Warpaint, Tunacola, Lemonade, Poolside, Fother Mockers, Brothertiger, The New Division, Memory Tapes, Blonde Redhead, etc.

Sin tanta paja estamos viviendo la mejor época de proliferación de bandas y acceso a información (gratuita y no gratuita) de todo tipo. El otro día platicaba con un amigo músico, y conversábamos que hace diez años hubiera sido imposible hacer un mapeo de la música emergente, y lo mejor de todo, disfrutarla de cerca cuantas veces quisieras resultaría algo absurdísimo. Esto supone que la regla del juego ha cambiado. Los yettabytes y zettabytes de información están disponibles para quien se los quiera dosificar o meter como chelas en semana santa. No hay límite. Entonces te pregunto: ¡¿por qué escuchás esa canción más de veinte veces –en una semana– mientras hay sobrepoblación de música allá afuera o adentro de tu Smartphone?!

Imaginá, en un minuto podés estar escuchando el nuevo disco de Sascha Funke y al otro minuto estar bailando con los inglesitos de Clinic o los gringuitos de OK Go. Todo es posible. Gracias Deezer. Gracias Spotify. Gracias Soundhoud y Shazam que nos han enseñado tanto.

SHAZAM: Acá les comparto unos Shazamazos que disfruté en el último mes. Busquen, tripeen, compartan y abran nuevos horizontes. Ahí nos vemos en la próxima rola o en el siguiente playlist.


¡Qué no pare la música!


Fernet Tastes Good de Los Coming Soon. Enero 22, 12:04


 One Life To Leave de Out Hud. Febrero 11, 10:38

 
Déjame Dormir de Oddó. Enero 20, 11:03

 
Las Señales de Violeta Castillo. Febrero 2, 15:08


Big Love de Matthew E. White. Febrero 4, 17:05



Coney Island de Beat Make Bomb. Enero 27, 13:20


 Blitz de Digitalism. Febrero 16, 18:05



Big Big Love (Fig. 2). Febrero 19, 23:49       

 

viernes, 6 de febrero de 2015

DOCE DISCOS que me llevaría al espacio (revisited)

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 6 de febrero del 2015.


1. In Rainbows de Radiohead.

2. Artaud de Luis Alberto Spinetta.

3. A Love Supreme de John Coltrane.

4. Bocanada de Gustavo Cerati.

5. Closer de Joy Division.

6. Led Zeppelin IV de Led Zeppelin.

7. Blonde on Blonde de Bob Dylan.

8. Kind of Blue de Miles Davis.

9. Roseland NYC Live de Portishead.

10. Honestidad Brutal de Andrés Calamaro.

11. Pink Moon de Nick Drake.

12. Cualquier disco de Chopin.

BONUS: Space Oddity de David Bowie o Transformer de Lou Reed.