sábado, 20 de diciembre de 2014

DISCO RAYADO: Welcome to my world


Columna publicada en El Danzante #11 del Danzón Pérez.
Diciembre del 2014.



A ver, me presento. Soy escritor, editor y melómano empedernido. Trabajo como editor creativo en una página de ventas por internet y me dicen Pablito. Todo el día escucho música: desde Kendrick Lamar, Nilhs Frahm, Solomun, Cut Copy o Joy Division pasando por Led Zeppelin, Coltrane, Friendly Fires, Spinetta o Phantogram. Este es mi speech de bienvenida al Danzante, sacado de una mala sesión primeriza de AA.

Creo asiduamente que todos tenemos un soundtrack de vida que llenamos con gygabites de olvidos y recuerdos. Tibia colección de instantes donde el ritmo es una necedad infalible y una promesa bailable para tiempos mejores. Otra cosa que creo es que el baile (o el buen danzón) lo cura todo, o casi todo. Por eso bailar es la receta, siempre con la certeza de que la siguiente rola será “la canción”.

Dicho todo esto, solo puedo añadir aquella frase de Nietzsche que sin música la vida sería un error, un terrible error. Así que disfrutemos juntos de esta colmena de avispas delirantes sobre la pista de baile infinita y deliciosa que es el disco rayado del día a día. El nombre de la columna será «Disco Rayado». Acá escribiré: reseñas, crónicas, experimentos, poemas, sílabas balbuceantes, gemidos tenues, maullidos teóricos, orgasmos, pasos de baile y mucho más.

Como dice Dave Graham de Depeche: «Welcome to my world».

viernes, 28 de noviembre de 2014

DIEZ MANDAMIENTOS de un melómano (revisited)

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 14 de noviembre del 2014


1. Amarás a Dylan, Curtis y Spinetta por sobre todas las cosas.

2. No ultrajarás el nombre de David Bowie en vano.

3. Santificarás toda la música inspirada en el Post Punk o el New Wave inglés.

4. Honrarás a Jim Morrison y Janis Joplin más que a tus padres.

5. No maldecirás las fiestas electrónicas, los grupos escandinavos, los discos nuevos de Radiohead ni los géneros como el Twoubadou o el Dream Pop.

6. No injuriarás contra la música clásica o la música nueva, solo contra el reguetón, que aborrecerás hasta el final de los tiempos.

7. Nunca robarás música de tus amigos o pareja. Y si lo haces, la compartirás con otros melómanos que seguramente ya la bajaron de Internet.

8. No darás falsos testimonios contra Nina, Evans, Coltrane y todo el jazz de la historia.

9. No consentirás pensamientos estúpidos contra los sicotrópicos, las drogas fuertes o la música de Trent Reznor y Pink Floyd.

10. No codiciarás el reproductor de música de tus amigos. Excepto si tiene toda la discografía de Morrissey, Leonard Cohen o Tom Waits.

viernes, 14 de noviembre de 2014

7 HAIKÚS ESTÉREO (tipo crónica)


Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 14 de noviembre del 2014.


Acá unos haikús que por momentos fallan en métrica, pero no es así. Es el espanglish y su dicotomía lingüística que nos remite a dos reglas aparentemente distintas. Pero bueno, acá los dejo a manera de crónica estéreo. Disfruten su viernes con un splash de soledades empiernadas.



1) VIERNES, 11:24PM

A Joy Division
los vi en un party.
Habían hipsters.


2) DOMINGO, 1:32AM

«Morrissey es Dios»,
me dijo Carla en bragas.
Le susurré: Ask.


3) DOMINGO, 3:48AM

La fiesta sigue:]
Chela y mujeres. Coca.
Rolas de Daft Punk.


4) DOMINGO, 7:59AM

Marcela baila
dispersa a lo Amy Winehouse.
Luz de amanecer.


5) DOMINGO, 12:46AM

Sufro la goma,
me extingo: Ave Fénix.
Suena Radiohead.


6) DOMINGO, 1:32PM

Todo es recuerdo,
piel y dilataciones.
Canciones de Björk.


7) DOMINGO, 2:22PM

Quiero ceviche.
Comer grasa hasta morir
y escuchar Pink Floyd.


8) DOMINGO, 8:09PM
Duermo contento,
bajo el regazo de Pulp.
Sueño étereo y mar.

viernes, 31 de octubre de 2014

TRES ELECTROMENDACIONES pal dancin

Columna quincenal publicada en Esquisses
Viernes 31 de octubre del 2014.







ADA de Adanowsky, 2014.

Adanowsky –más conocido por la producción del disco Solstis de Larregui, sus otros proyectos musicales, los experimentos fílmicos y además por ser hijo de Alejandro Jorodowsky– nos pinta de entrada un disco lleno de líricas fáciles y ritmos ochenteros; mejor apreciados, quizá, en bandas como Empire of the Sun, Pnau, Foster the people y Phoenix. En sí, totalmente opuesto a sus discos anteriores, en los que el elemento lingüístico es vital: «Amador» en castellano y «Étoile Éternelle» en francés. Pero bueno, no todo en este disco es apreciación o sublimación retro. También hay cuidado y precisión armónica. Entre más se escucha pareciera tener un hilarismo fabuloso y despojado de toda solemnidad. En otras palabras: una chingadera espontánea. Y eso es lo que más me gusta de su rítmica. Las verosímiles Dancing on the radio, I don’t love you y You’re my lover te pueden hacer bailar muy al estilo de Bananarama o Bangles, pero su voz (muy a lo Lenny Kravitz en ectasy) crea una atmósfera muy especial, sobre todo en Get up and fight, que destila sintetizadores y aeróbicos cocainómanos. Todas las demás, pues bueno, son un complemento funky muy bien intencionado. Y aunque por momentos deteriora en aburrimiento, también añade frescura y ligereza en tiempos de líricas convulsas o poéticas “cromañónicas”. Así que no queda más que escucharlo y disfrutarlo al por mayor. Recomendado, sí, para ponerlo antes de ir a la galería o a la reunión hipster. Un éxito de disco. Olvidadizo también, por eso 80 puntos, como la década que lo inspiró.


DANCE BABY de Solomun, 2009.

Este será tu disco favorito si te gusta el house y los ritmitos bailables. Es melódico, sencillo y minimalista. Lleno de brillos del deephouse más cálido pero también oscurón para la densa pista de baile. Tiene susurros del lounge y el nujazz intrépido de finales de los noventa, que sabe entretejer con voces, loops y otros efectos sin complicaciones ni recordatorios de grandeza. Es más, pareciera que es un disco de bajo perfil en el que el bosnio-alemán destila urbanidad, carisma y retórica armoniosa. Sus versátiles Cloud Dancer y After rain comes sun son un ejemplo del house más adepto para el bailongo, pero también para el disfrute de la “ensoñación” sonora. Mucho de funk, r&b y musicón ochentero se respira en sus contorsiones rítmicas. Cero drama y mucha sensualidad. Deja-vu, por otro lado, es perfecta para el club pero también para la fiesta sabatina de media tarde con churrasco y “frías” bien frías. En sí, un disco recomendado para hacerlo tronar de corrido de camino al mar en cualquier despliegue de la carretera. 90 puntos.


IN TECHNICOLOR de Coma, 2013.

A ver, para hablar de este disco vamos por partes. Hace tres semanas fue el aniversario de Cube Records y tocaron varios DJ’s, entre ellos el productor Alex Hentze (quien por cierto se lució con un live set sugestivo lleno de loops y bases rítmicas poderosas). Después de Alex, el plato fuerte de la noche era Coma, este dueto de alemanes llenos de beat y elegancia. Así los conocí, en plena pista de baile y conversaciones de madrugada. Su sonido en vivo es otra cosa, mucho más áspero y amplio, pero después de escuchar dedicadamente su música llegué a la conclusión de que la mejor música electrónica, o bueno, la más profunda de todas es la alemana (Kraftwerk, Apparat, Nils Frahm, Mode Selector, DJ Koze y una lista de DJ’s “comerciales” interminable). Pero bueno, vamos a al disco: de entrada es una ampliación a nuevas estratósferas electrónicas y a nuevos paraísos melódicos. Las voces, coros y demás efectos tienen la precisión de un reloj suizo, que sin ser arrogantes proponen una nueva manera de escuchar la música. Les Dilettantes, My orbit, T.E.D. y The great escape son delicias sonoras que lo llenan todo de ritmo, robótica y felicidad onírica. Missing peace es la guinda en el pastel del minimalismo. Mucho house pero también IDM. Música hecha para oídos selectos que la sabrán apreciar en la pista o en los audífonos. Loops insistentes que lo cubren todo de armonía y voces infatigables que evocan lo mejor del purrún vocal. Un disco imperdible para aquellos a los que la música electrónica los engancha. Aliado perfecto para los que disfrutan del buen “sonar”. Gracias Cube por traerlos a Guate. 100 puntos a ustedes y 100 puntos a Coma por esta joya memorable de LP.

viernes, 17 de octubre de 2014

EJERCICIO: Dime cómo es tu abecedario y te diré quien eres…

Columna quincenal publicada en Esquisses
Viernes 17 de octubre del 2014.



1) Ejercicio de asociación libre melódica.

Materiales: Lápiz, papel y excelente memoria.

Instrucciones: En un papel escriba las 27 letras del alfabeto. A la par de cada letra, escriba el nombre de la banda o intérprete de música que “se le ocurra primero” y que corresponda a su letra inicial o primera de alguno de sus nombres. Así, vaya escribiendo hasta terminar el alfabeto. No se aceptan tachones o cambios de último momento. Escriba lo primero que se le ocurra. También puede utilizar un Documento de Word e ir en descenso con cada letra, tipo enumeración. Por último, analice sus respuestas y descubra si es “roquera/o”, “cursi”, “ecléctica/o” o “punchispunchera/o”.

Este es mi ejercicio:

A)  A flock of Seagulls.
B)  Björk.
C)  Calamaro.
D)  Depeche Mode.
E)  Elliott Smith.
F)  Friendly Fires.
G) Gustavo Cerati.
H) Hot Chip.
I) Interpol.
J) Joy Division.
K) Keane.
L) Luis Alberto Spinetta.
M) Manu Chao.
N)  New Order.
O) Oasis.
P)  Placebo.
Q) Queen.
R)  Radiohead.
S)  (The) Strokes.
T)  The National.
U)  U.N.K.L.E.
V)  Vaccines.
W) Warren G.
X)  (The) XX.
Y)  Yo la tengo.
Z)  Zoé.

viernes, 19 de septiembre de 2014

100 CANCIONES que escucharía en mi fiesta si hoy fuera mi cumpleaños

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 19 de septiembre del 2014.


Supongamos que hoy es su cumpleaños y la música que pondría en su fiesta es esencial. En mi caso, si hoy fuera mi cumpleaños, estas serían las primeras 100 de una posible lista de otras 100 canciones en español. Seguramente la fiesta se vaciaría con las primeras 10 rolas. O talvez no.

¿Y usted, cuáles escucharía en su fiesta de cumpleaños?

  1. Ceremony de Joy Division.
  2. Growing old is getting old de Silversun Pickups.
  3. Idioteque de Radiohead.
  4. Oneway trigger de The Strokes.
  5. Love illumination de Franz Ferdinand.
  6. Sea within a sea de The Horrors.
  7. Bloodbuzz Ohio de The National.
  8. All my friends de LCD Soundystem.
  9. Lights and music de Cut Copy.
  10. Paris de Friendly Fires.
  11. Blowout de Radiohead.
  12. Immigrant Song de Led Zeppelin.
  13. Won’t get fooled again de The Who.
  14. Lust for life de Iggy Pop.
  15. Outsiders de Franz Ferdinand.
  16. The bitter end de Placebo.
  17. Break on throught (to the other side) de The Doors.
  18. I’m waiting for my man de The Velvet Underground.
  19. The man who sold the world de David Bowie.
  20. Moving further away de The Horrors.
  21. Need you tonight de Cut Copy.
  22. Space age love song de A Flock of Seagulls.
  23. Johny and Mary de Robert Palmer.
  24. It’s my life de Talk Talk.
  25. Atomic de Blondie.
  26. Substitution de Silversun Pickups.
  27. Killing an Arab de The Cure.
  28. London calling de The Clash.
  29. Digital de Joy Division.
  30. Someday de The Strokes.
  31. Bigmouth strikes again de The Smiths.
  32. Black eyed de Placebo.
  33. Undercover of darkness de The Strokes.
  34. Temptation de Joy Division.
  35. Guest room de The National.
  36. Lazy eye de Silversun Pickups.
  37. Knives out de Radiohead.
  38. When the sun comes down de Arctic Monkeys.
  39. What difference does it make de The Smiths.
  40. People are strange de The Doors.
  41. Boys don’t cry de The Cure.
  42. Lounge act de Nirvana.
  43. Paranoid Android de Radiohead.
  44. Brainstorm de Arctic Monkeys.
  45. Longview de Green Day.
  46. Basket case de Green Day.
  47. No rain de Blind Melon.
  48. Meds de Placebo.
  49. Call me de Blondie.
  50. Welcome to Japan de The Strokes.
  51. Enjoy the silence de Depeche Mode.
  52. Don’t look back in anger de Oasis.
  53. Transmission de Joy Division.
  54. Play for today de The Cure.
  55. Disorder de Joy Division.
  56. 10:15 Saturday night de The Cure.
  57. Can’t stop feeling / I feel love de Franz Ferdinand.
  58. The house of jealous lovers de Rapture.
  59. 505 de Arctic Monkeys.
  60. Weapon of choice de Fatboy Slim.
  61. Around the world de Daft Punk.
  62. Music sounds better with you de Stardust.
  63. Lady de Modjo.
  64. Sokaribe de Alex Hentze.
  65. Voyeaur de James Blake.
  66. Another chance de Robert Sanchez.
  67. Right here, right now de Fatboy Slim.
  68. Star guitar de Chemical Brothers.
  69. Sexy boy de Air.
  70. Voyager de Daft Punk.
  71. You wanted a hit de LCD Soundystem.
  72. Dreadlock holiday de 10cc.
  73. Low rider de War.
  74. Connected de Stereo MC’s.
  75. Don’t you want me de The Human League.
  76. Like a Rolling Stone de Bob Dylan.
  77. Hyperballad de Björk.
  78. Turn de New Order.
  79. (Nice dream) de Radiohead.
  80. Walking in my shoes de Depeche Mode.
  81. Little faith de The National.
  82. Rain de Candlebox.
  83. There is a light that never goes out de The Smiths.
  84. Love street de The Doors.
  85. O grande amor de Stan Getz.
  86. Special needs de Placebo.
  87. This mess we’re in de PJ Harvey con Thom Yorke.
  88. Apartment story de The National.
  89. No surprises de Radiohead.
  90. My precious things de John Coltrane.
  91. High and dry de Radiohead.
  92. Champagne Supernova de Oasis.
  93. All in white de The Vaccines.
  94. Conversation 16 de The National.
  95. Pictures of you de The Cure.
  96. People are strange de The Doors.
  97. The card cheat de The Clash.
  98. Remain de José González.
  99. Corner of the Earth de Jamiroquai.
  100. How to disappear completely de Radiohead.

viernes, 5 de septiembre de 2014

NILHS FRAHM no es lo mismo que Ramiro Delgado

Columna quincenal publicada en Esquisses
Viernes 5 de septiembre del 2014.


A Rigo, por la música.



”A ver, patojo cerote, hablemos de música…” me dijo el ruco antes de empinarse la cerveza y pedir un plato de bocas.

Después de eso, empezó a llenarme de mierda los oídos con rolas más vejestorias que la Cuaresma: King Crimson, Grateful Dead, Pink Floyd, Jefferson Airplane, los Rolling Stones y una lista de banducas que me imaginaba bien peludas, todas regordetas y bien pedas. De su hocico salían balbuceos melancólicos de cómo habían sido los setenta en su juventud, y un vaho de tristeza o rabia, le brillaba en los ojos al muy rudo, que enumeraba uno a uno los recuerdos de su primera esposa y todos los fracasos que había experimentado como papá de dos güiros que se le fueron al Norte.

Así, el muy cabrón fue hilvanando una teoría musical bastante respetable a base de toda su miserable biografía. Me habló de su primer viaje en ácidos, de una Hondita Rebel que fue a hacer mierda y hasta me contó mariconadas de Alux Nahual en un concierto de los ochenta.

Al pisado le gustaba abrir la boca, tanto como a mí la cerveza. Por eso no tuve ningún problema en aguantarme toda la casaca que el rucón se disparaba mientras yo, sentado en la mesa, asentía con la cabeza y de vez en cuando intercalaba un “Hmmm, cabal” o un “¡qué buenos son esos cerotes!” para fingir que le estaba poniendo atención a cada palabra.

Así pasó la primera hora y no paraba de salivar el hijueputa. Chela tras chela. Cigarro tras cigarro. Anécdota tras anécdota. Y a todo esto, la voz de Jim Morrison retumbando de las bocinas del bar mientras el ruco pisado parecía saberse todas las canciones de los californianos. Break on through, Light my fire, Alabama Song. Mientras cerraba los ojos y entraba en el trance de cada rola, yo lograba escaparme al baño a orinar, pero el viejo siempre lograba encontrarme y convencerme con una chela en mano, solo para mí, de que siguiéramos hablando de Joe Cocker, Janis Joplin o The Mamas & the Papas.

Así fueron pasando las horas. El pisado me ceremonió toda una misa satánica del Rock and Roll y me cagó la cita que tenía con la Marisa.

El muy cerote hablaba del Heavy Metal como si él mismo fuera el Chamuco en persona. Su pinta de ruco macizo, con botas de cuero y pantalón roto no me intimidaba tanto como las cicatrices que tenía en los pómulos y en los brazos, además de un tatuaje puramierda que tenía en el cuello, justo debajo de la oreja. Una shumada fiera y nauseabunda. Pero que irritaba, eso sí, a quien tenga gustos comunes por la música popular.

El tatuaje decía: “El Buki es mi pastor, solo Satán lo chimará”.

En fin, para resumirles el rollo, el ruco era una mezcla de hippie barbitúrico hipertextuado con talishte satánico. Pero la neta, es que sí sabía de música el pisado. Su verborrea parecida salida de una película de Lineker en sicotrópicos o Tarantino diluído en cocaína boliviana.

Después de cuatro horas de chelas, casaca y buen rock todo parecía importarnos tan poco. Tanto así, que terminamos enfiestados con unos Nicas en una cantina china de esas que hierven en aceite quemado, putas con escote masacrado y nido de supercucarachas anestésicas.

Desde el fondo blanco de este último párrafo que escribo, una rocola vieja y roja truena una canción de Bronco al mismo tiempo que bailamos con Rigoberto; porque así se llamaba el ruco con quien nos hicimos compadres esa madrugada, y con quien salimos de vez en cuando a escuchar las banditas que tocan en los bares locales. Todas infestadas, claro, de rockstarsitos súperpoderosos que lo saben todo y lo pueden todo. Qué dicha. Un brindis por ellos y por el sonido del melotrón que tanto me gusta.

viernes, 8 de agosto de 2014

IN INDIEPOP they trust (tres eventualidades gringas)

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 8 de agosto del 2014.

PHANTOGRAM. A quien no conozca Phantogram este es el momento. Son dos chavos gringos -chava y chavo- que tocan un Trip Hop bastante intenso y veloz con sintetizadores, voces y guitarra. Para qué más.

Yo los conozco de hace algunos meses, pero cada vez que los escucho me es inevitable no pensar en Massive Attack o Portishead. Eso sí, con un estilacho extra adornado con pulcros efectos y rudas distorsiones que golpean la “pared de sonido”. Su música me parece una emulación acertada del mejor Downtempo inglés de los noventa, pero mucho mejor trabajado y estudiado. La voz de Sarah Barthel me redirecciona a una Beth Gibbons más lúcida (Portishead) o a una Victoria Legrand (Beach House) menos hippie pero igual de guapa. Y es eso lo que sobresale de Phantogram: la voz luminosa yuxtapuesta sobre el candor rimbombante de los sintes sabrosones. Eso es. Este dueto es una especie de holograma sonoro que se repite en cada una de sus pistas a manera de loop insistente y prominente. Mucho de Washed Out, The XX, Metronomy, Cults y Grimes (esa canadiense loquita que lo llena a uno de imágenes perturbadoras con su vocecita pop y sus extensiones decoloradas). 

Bajo ese parentezco va Phantogram, solo que estos chavos son más delicadones para componer. De los dos discos que tienen recomiendo “Voices”, que salió este año. Es mucho más profundo que el anterior, “Eyelid Movies”, que por momentos resbala en barroquismos innecesarios.

En “Voices”, los mejores momentos son cuando Sarah canta. Ahí se pueden apreciar las distorsiones del chavo, los loops de ella y otros efectos fabulosos. En sí, es musiquita para escuchar una y otra vez hasta que el oído se canse de la arboleda fantástica que produce su sombra deliciosa y melancólica. Es súper poético y tierno y rudo. Recomendado bien. Diez puntos.



THE DRUMS. A estos chavos los conocí por un amigo aficionado a los viniles. Estábamos escuchando Two Door Cinema Club y eso nos llevó a “Portamento”, el último disco de The Drums.

En sí es un disco acelerado y melódico, con matices de Bombay Bicycle Club y The Vaccines, pero con la oscuridad suficiente de Joy Division o Wild Nothing, aunque relativamente escueto y cursi. En pocas palabras: Tibia musiquita para bailar y corear muy al estilo de los hipsters Foals o los melancólicos Belle and Sebastian. Nada sorprendente, pero eso sí, enriquecido por voces y coros sutiles que se empecinan en suavizar el estruendo del bajo para hacer tonaditas bastante New Wave y poco certeras. Eso sí, “Portamento” está mucho mejor hilvanado que su primer disco (“The Drums”). Ambos son perfectos para la escucha tenue y dedicada. Especiales para quienes disfrutan de melodías suaves pero bien acariciadas por voces adolescentes, casi infantiles y sin profundidad lírica (“I want to buy you something, but a i don’t have any money”).

Habrá que esperar su tercer disco que saldrá este año. Ojalá sea algo más parecido a Bloc Party o The Wake, y menos a los patojones de Delphic.



OK GO. Después de ver una y otra vez todos sus videos, una sensación de vértigo creativo me invade. Cada uno de sus trabajos es una delicia audiovisual y un desdén de chingadera -desde aquel primerizo con una cuasiestúpida coreografía sobre Bandas para hacer ejercicio hasta el espeluznante y detallista videoperformance que le rinde homenaje a la Máquina de Rube Goldberg. Así, pasando por otro gran número de ideas genialidades a “bajo presupuesto”- que todo lo pueden.

¿Pero y su música? Pues nada del otro mundo, aunque en toda su producción haya una lista innumerable de géneros que se acoplan y aderezan muy bien al estilo del Power Pop o Pop estridente. Tres trabajos valiosos (“OK Go”, “OK No” y “Of the Blue Colour of the Sky”) de los cuales se rescatan canciones muy bien elaboradas e interpretadas. Así, todo bien: Baladitas poderosas, acelerones bailables y ritmos pegajosos con letras pegajosas. Todo bien para disfrutar de distorsiones bailables que enfatizan el show musical y la proliferación de géneros auditivos que al final de cuentas, cautivan y sorprenden en su impacto.

Lo mejor, entonces, es escucharlos sin el prejuicio de la música hecha y, claro, disfrutar de toda su música acompañada de lo mejor: sus videos.

Un ejemplo es el último videoclip (The writing’s on the wall) del nuevo disco que saldrá en noviembre, en el cual los efectos visuales y la forma de ver lo que vemos, dejan claro que “lo que está escrito en la pared” es ilusorio así como toda la música hecha hasta ahora en Norteamérica.

Porque sí, no solo la música inglesa es perdurable y memorable. Ojo.

viernes, 11 de julio de 2014

FILGUA y el oficio valiente de susurrar libros

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 11 de julio del 2014.





La Feria Internacional del Libro ha sido un refugio luminoso para los artesanos de la palabra. Escritores, editores y libreros amasando esa consigna que resulta ser la literatura y sus variantes más exquisitas. Todos reunidos en un festín inevitable y constante que dura diez días, y que todo lo puede, y que poco lo manifiesta, y que pocos realmente lo visibilizan.

Pero no nos pongamos negativos. La producción editorial de los últimos años resuelve, y plantea, una postura fascinante entre los aparatos de lectura y los esfuerzos colosales de los empresarios del papeltinta. Tres ejemplos clarísimos y bien agradecidos: Editorial Cultura, F&G Editores y las editoriales alternativas.

A ver, vamos por partes.

Editorial Cultura, que a través del esfuerzo colosal de su editor Francisco Morales Santos, nos ha planteado un panorama valiosísimo de la literatura nacional de los últimos diez o doce años. Autores nóveles, Premios Nacionales de Literatura y autores de la Guatemala comprometida figuran entre su fabuloso catálogo con libros que van desde la poesía novísima hasta colecciones imprescindibles de la narrativa breve contemporánea.

Por otro lado, F&G Editores, al mando de Raúl Figueroa, nos brinda una delicia de títulos que atesoran lo más apreciado y diverso del panorama literario nacional: Carolina Escobar Sarti, Javier Mosquera, Marco Antonio Flores, Rodrigo Rey Rosa y Gerardo Guinea son algunos de los autores que figuran en sus distintas colecciones; haciendo de F&G, la editorial con más títulos y propuestas entre todos los stands de FILGUA 2014. Sin lugar a dudas, la labor que Raúl ha tenido como editor y visibilizador de la literatura nacional es imprescindible. Se aplaude el esfuerzo.



Por último, y no menos meritorio, se encuentran las editoriales alternativas o independientes. Acá es donde se pone buena la cosa. La primera que me viene a la cabeza es Catafixia Editorial, dirigida por los queridos Luis Méndez Salinas y Carmen Lucía Alvarado, quienes se han dedicado a una labor titánica de publicar y republicar manuscritos imprescindibles para la Guatemala lectora del presente. Entre sus joyas: Antologías de poesía latinoamericana y libros valiosísimos de autores contemporáneos. Con más de 60 títulos publicados su presencia es vital en el gremio editorial, y eso ha quedado muy claro. Inclusive, lo conversábamos hace unos días en un foro vía Streaming que realizó Yaakun TV y Work & Feeling en línea, en el que participé junto a Luis y Carmen (Catafixia), Mishad (Alas de Barrilete) y Alejandro Marré, respondiendo a una serie de preguntas que se hicieron vía redes sociales. El experimento fabuloso. Una serie de apuntes hablados convertidos en verdades sin tiempo ni horario.

Acá les comparto en enlace: www.socialyaakun.com/tv





Esto último me trae a La Valiente, este movimiento que ha encontrado su cauce y su mística en la integración de muchos proyectos editoriales actuales, en los que la idea es apostarle a las minorías y al esfuerzo colectivo de los implicados. Libros hechos a mano, revistas de diseño, folletos poéticos con editoriales pequeñas y libros autogestionados que se suman a este movimiento que busca una sola cosa: la lectura.




Así que si andan por FILGUA este año, no se olviden de visitar el stand #027, que será el recinto donde las voces más valientes de la literatura guatemalteca actual, surgan y resurgan, planteando una posibilidad inmensa de títulos de editoriales alternativas como Ediciones Bizarras, Alas de Barrilete, Editorial X, Sin Tecomates, Alambique, y claro, Vueltegato Editores, el pequeño proyecto editorial con el que he publicado más de quince títulos de autores distintos.

¡Sean Valientes… y disfruten de este viaje que es la lectura!

viernes, 27 de junio de 2014

POECLÉCTICA es valiente

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 27 de junio del 2014.




No sé en qué momento me aburrí de las lecturas de poesía.

Quizá fue la condensación de formalidades y la solemnidad lo que terminó por desencantarme de todo ese rollo ceremonioso. A lo mejor mi devoción por poetas como Ginsberg, Morrison o Lou Reed fue lo que me indujo por el camino performático (y polifónico) de la poesía escénica. No lo sé, pero a consecuencia de ese aburrimiento y la fascinación que tengo por el IDM (Inteligent Dance Music), una larga lista de tracks empezaron a martillar todos mis intentos de escritura para empezar a balbucear armonías y teclazos estridentes en los programas de audio. Aphex Twin, Mike Paradinas, Autechre, System 7, Squarepusher, LFO, The future sound of London, DJ Spooky, Proem, Brian Eno, Flying Lotus, Ryoji Ikeda, Andy Moor, Apparat y James Holden han sido algunos de esos motores detonantes.

Así, poco a poco, fui dejando las aburridas presentaciones con inmensas epígrafes y agradecimientos epistolares hacia el culo solemne de la poesía, para adentrarme en una lectura “ambient” que nombramos con Alejandro Marré y Federico Franco en el año 2010: «Poecléctica». La presentación quedó chula y sintió rico entablar un diálogo íntimo entre poesía, música y ritmo.
Después de esa primera vez detrás de una computadora, un micrófono y un megáfono todo parecía distinto. Más espectral. Más relajado. Pasaron los meses y a la jugada se sumó Alex Hentze, un excelente productor (y DJ) que le añadió profesionalismo y sonoridad alucinada al proyecto. Eso nos llevó a otro nivel de lectura y estructura. Tanto así, que meses después nos presentamos en un festival de arte junto a músicos invitados tan solo para implorar la potencia y el fulgor que tienen la poesía y la música electrónica. Tocamos por más de una hora en una jaula de un sótano antiguo, y al parecer, al público (y a los poetas) le siguió gustando.




Después de algunas presentaciones más, Alex zarpó hacia Argentina en un viaje por más de dos años. El proyecto, entonces, lo asumí con creaciones propias y otras prestadas, para amalgamar el aullido del poema con la voracidad de la música electrónica nueva. Visuales, loops, grabaciones y músicos invitados se sumaron al festín poético. Y bueno, después de dos años de no compartir escenario con Alex, por fin nos volvemos a reunir. La “lectura” o “concierto” será mañana dentro de la agenda del festival de libro La Valiente. Esta vez se sumó el talentosísimo Renato Barrios (del Colectivo Oniroide) para aderezar la parranda con sus visuales alucinógenos. Están muy invitados e invitadas, sobre todo si les apasiona la música, los píxeles tremendos y el susurro textual a quemarropa.

La cita es a las 6:30 en la Alianza Francesa. Además, media hora antes estaré “re”presentando mi libro Stereo Offset junto al dandy Juan Pablo Dardón. Así que la celebración se viene doble, digo, en estéreo.

viernes, 13 de junio de 2014

LA BATUCADA, los cadillacs y el futbol

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 13 de junio del 2014.



De la batucada tengo presente dos cosas:

1. Un viaje en lisérgico, allá por el año noventa y nueve.
2. Las tonaditas de Los Fabulosos Cadillacs, muchos años antes.


Del viaje en “ajos” no hablaré mucho, porque delinear los trazos perdidos de una memoria convulsa, y además iniciática en ciertos rituales, no es cosa importante. Aunque en el fondo, muy a mi manera, fue una plétora romántica de otros desvelos y otros sueños que recuerdo con melancolía; pero también fue un poema amargo, una retórica insulsa y una ensoñación de duendes dulces navegando por un río de Cianuro. Mal viaje, pues, para ponerlo en pocos caracteres.

Por otra parte, de Los Cadillacs de Vicentico tengo otro recuerdo. Otro gozo. Otro placer convexo. Otro tumbo sonoro.

A estos argentinos los tengo presente por ese dato tan sencillo, que fue ponerme a la Batucada en el mapa de la música (entre otras cosas). Hablo de una canción a secas. La conocida. La rallada. La quemada. La esquelética y anestesiada por el pasmo de todas las borracheras de todos los bares y todas las cantinas de todas las calles perdidas de nuestra América dipsómana y trémula. Pues si, para qué mentirnos, “El Matador” es esa tronazón de delirios que alegran cualquier fiesta y enamoran a cualquier canchita (gringa o europea). Es esa pieza elemental que amasa y adereza a toda la Cordillera Americana en una sola quimera exquisita: el delicioso bailongo o apretuje de cuerpos cachondeados.


Pero no solo es eso. “El Matador” me hace pensar en muchísimas más cosas. El ímpetu, el amor, el jugueteo de palabras, la rabia del V Centenario, etc. También me hace pensar en la grandeza de los Cadillacs y su vitalidad en la música latina, que es extensa y meritoria. Los referentes son muchísimos. Hay canciones llenas de melancolía, de letra, de punk, ska, samba, calipso, dub o reggae. El virtuosismo de algunos discos (El León, Vasos Vacíos, Fabulosos Calavera o Rey azúcar) es admirable. Digo, están muy lejos de las tonaditas de Pitbull y Shakira que anestesian los rincones donde pasan los partidos de la copa del mundo por estos días. Pero bueno, no quiero ponerme ácido e intolerante. A lo que voy es que Los Cadillacs son el epigrama puntual de una música latinoamericana muy propia e intrínseca. Allí también entran los Tacvbos, que están muy distantes a lo que se escucha en las estaciones de radio en hora pico por estos días mundialosos.

Mi recomendación, entonces, es volver a las raíces y enguachinarse de música en desuso, anticuada e incipiente. Es rechinar las cabezas del tocacasete y vapulear todos los sonidos nuevos. Como creo que no lo vas a hacer con La Marimba, pues hacelo con La Batucada, que además, está de moda por un mes y a lo mejor le quite méritos a la cumbia –tan sobrestimada desde hace algunos años hasta que perdiera su gracia, su vaho familiar, su tibia certeza, su belleza–.

Cuando te adentrés en su repique hipnótico –digo, el de la Batucada–, te van a aparecer por ahí algunos ritmos suculentos de Vinícius de Moraes, Elis Regina o Chico Buarque. Y poco a poco, te lo aseguro, irán saliendo otras delicias inesperadas –Djavan, Tom Zé, Caetano y Os Mutantes son algunos–.


Después de revisitar toda esta delicia de música por un mes –gracias a Torrentz o The Pirate Bay–, volvé a encender el Spotify o el Deezer, y buscate el disco nuevo de Jack White (Lazaretto) que está bastante interesante.


viernes, 30 de mayo de 2014

LA PUYA y la rebelión

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 30 de mayo del 2014.

















VIERNES, siete pe eme. Una barricada de quince policías permanece muda frente a un grupo de manifestantes en el Ministerio de Gobernación. Sus rostros demacrados vigilan y contemplan a cada uno de los “hippies” que canta canciones de Silvio Rodríguez y Guaraguao. En sus miradas esquivas hay algo de rabia, pero en el fondo, hay desolación y tristeza. El viernes decrece, la noche avanza. Los policías recogen las cartulinas y las tiran en un bote de basura del parque. Unos se quitan el uniforme y otros salen a patrullar el Centro de la capital.


VIERNES, once pe eme. En un karaoke de moda, una chica tatuada y con lentes de botella canta desesperadamente This charming man de The Smiths intentando olvidar la lista de llamadas perdidas de su ex novio. Al bajar del escenario pide dos tequilas, uno para ella y otro para su amiga. Cantar en público no la pone nerviosa, pero sí tener sexo por primera vez con Mariela. Lo sabe. Lo intuye. Por eso le tiemblan la piernas.


SÁBADO, ocho a eme. Un renombrado restaurante de mariscos anuncia a través de escuetos mensajes por redes sociales, que ya no tienen mesas disponibles en sus instalaciones, pero que en la terraza del local se están haciendo arreglos para atender a quienes no pudieron reservar mesa para ver el partido de futbol. Además, añaden a través de su página en Facebook, que habrán cubetazos de cerveza extranjera a precios incomparables, pero que lamentablemente no cuentan con parqueo suficiente para abastecer a tanto comensal.


SÁBADO, ocho treinta a eme. En un comedor frente a una estación de bus, un hombre de estatura promedio bebe café y abre el periódico. En las primeras páginas ve sangre, humo, maquinaria y cuerpos tumbados. Siente indignación pero cambia de página rápidamente para leer el pronóstico de la ansiada final europea. Al fondo del local, una muchacha enclenque le trae un pan con frijol de desayuno. Suena una bocina estrepitosa y alguien grita, presuroso. El hombre, que come su pan con una mano y sostiene el periódico con la otra, sale abruptamente del local para abordar el autobús rumbo a Cuarrancho. De los parlantes de la camioneta retumba una libidinosa bachata. Al entrar saluda al chofer, y en menos de cinco minutos cae en un profundísimo sueño del que despierta media hora después, sin mochila ni billete para pagar el pasaje.


SÁBADO, nueve a eme. La cadera de Shakira anuncia la esperada llegada del mundial después de que aparecen imágenes de patrullas y policías “antimotín” en el noticiero de las nueve. La protesta –pacífica y valiente desde hace dos años– no es tan popular y pegajosa como la canción insulsa de la colombiana. No hace falta gritarlo. Los gestos de los dos presentadores del telediario lo hacen más que obvio al anunciar al patrocinador del canal.


SÁBADO, medio día. Mil zombis observan mil televisores con sus mil tarros de cerveza en la mano. Estupefactos y semi borrachos, ven patear el balón de un lado a otro a una docena de españoles uniformados que se mueven al ritmo de la batucada hipnótica del graderío. Afuera del restaurante, un guardia de seguridad ve de reojo el escote de una aficionada, y siente, que se le dispara el rifle dentro del calzoncillo. A puras penas logra contener el chiflido macho, y decide dar una vuelta por el parqueo para ver si vienen más culitos uniformados. Tiene suerte. Hoy se puede dar gusto a «taco de ojo» con tanta edecán que visita el lugar.


SÁBADO, después del primer gol. Enfurecida, una periodista postea en su perfil de Twitter una foto que dice «Sí a la vida, NO a la minería, NO al futbol». De inmediato, una decena de “seguidores” la injurian con apelativos como «resentida», «hippie loca» o frases que van desde «huevona… la minería da trabajo y pisto al país» hasta otras inofensivas pero desatinadas como «esa mara se lo buscó…» o «el futbol es nuestra esperanza… no te metás con ella, ecologista pisada». Afligida y colérica, la periodista retuitea algunos de los comentarios y decide alistarse para ir cubrir la nota en San Pedro Ayampuc, al mismo momento que piensa en reproducir pancartas con frases de canciones de Calle 13 y poemas de Roque Dalton. Siente un vacío en el estómago, pero aprieta los puños y levanta la frente. Una hora después, platica con mujeres y niños de La Puya, que le recuerdan por qué estudió periodismo. El vacío en el estómago se va llenando de a poquitos a pura sonrisa.


SÁBADO, al final de la tarde. Un estudiante de segundo año de Comunicación decide googlear «la puya», «minería en guatemala» y otros tópicos adoc para informarse. Después de leer por varios minutos las noticias y aburrirse con los comentarios de algunas páginas de internet, se prepara para salir a un concierto de música electrónica en la Antigua Guatemala. Horas después, termina en un after discutiendo con unos borrachos que defienden a Otto Pérez y a Ríos Montt. Uno de los borrachos, malacara y manodura, le dice que le van a quebrar el culo si sigue hablando muladas. Se calla, enciende un cigarro y compra otra cerveza. Los Flaming Lips suenan de la bocina de la fiesta. Siente impotencia, abandono, también rencor. Por eso baila.


SÁBADO, once pe eme. Dos cineastas conversan sobre la Muestra de Cine Internacional Memoria–Verdad–Justicia mientras beben ron dominicano en vasos plásticos. Uno le dice al otro que prefiere no hablar de La Puya porque le puya el corazón cuando lo hace. Ambos ríen por el juego de palabras y brindan por la vida. Al fondo de la casa del cineasta extranjero, frente a las bocinas del estéreo, unos escritores escuchan Gary Numan y maldicen al gobierno en voz alta mientras repiten insistentemente frases del himno nacional, burlándose afanosamente de cada una de las ridículas estrofas. La ciudad, al fondo, con sus lucecitas tristes y su sueño despabilado, no los escucha y prefiere seguir la celebración del Real Madrid sin profanar lo “sagrado” de esta patria.


DOMINGO, ocho a eme. Una mamá le explica a su hija de ocho años para qué sirve una bomba lacrímogena. La niña le responde con una pregunta, «no entiendo, ¿osea que al final la bomba que no es bomba sí sirve para lastimar a la gente?». Un silencio inunda la habitación.


DOMINGO, después del medio día. Un redactor de prensa escribe una nota sobre La Puya. Recibe una llamada. Cuelga. Borra todo lo que ha escrito y escribe un texto verdaderamente hermoso sobre la Décima Copa del Real Madrid. El martes será el día de gloria. Sus primeras dos páginas centrales y un nudo en la garganta no lo dejarán dormir por la “emoción”.


DOMINGO, ocho pe eme. Releo algunos comentarios y columnas de opinión. Me entristezco. Permuto pensamientos en silencio. Enciendo un cigarro y tarareo una canción de Rage Against the Machine en mi cabeza. Me repongo del vahído. Escribo en resistencia. Anhelo otro país.

lunes, 19 de mayo de 2014

TRES LIBROS VINTAGE

Nota publicada en revista Catálogo para la vida, número 21.
Mayo del 2014.





Quien lee sabe que todo libro es un objeto de deseo. Un objeto de valor inconmensurable que otorga muchas satisfacciones, sobre todo una: EL SOBERANO VIAJE. Hablo de un «viaje exclusivo» –y alucinado– para el lector, que está dispuesto a soportar el trance exquisito de deshojar temporalidades y detener la vida, mientras todo y nada, suceden dentro de esa burbuja en la que nos sumerge la lectura a cuentagotas.

En el sentido más pragmático, un libro es una especie de tesoro que perdurará en nosotros por siempre, sin importar cuantos años hayan pasado de su publicación o su lectura. En cada una de sus páginas –desde la portada hasta el índice o viceversa–, una especie de ciencia incierta nos acompaña y nos transporta a los mejores estados de la conciencia e inconsciencia. Todo en su proceso es delicia y aprendizaje. 

En sí, todo libro es escuela y un regalo para días mejores.


Por eso me animo a registrar tres títulos, que sin duda, serán el mejor regalo para un futuro abrumado por las tablets y las lecturas digitales. Un futuro en el que los términos «vintage», «retro», «antigüedad» o «relicario» hayan desaparecido por completo, y la era de la palabra (Twitter, Facebook, Wordpress) nos haya resquebrajado hasta el vacío. Tres títulos que podrán buscar en cualquier momento, y mejor aún, conseguir en ediciones impresas. Porque, ¿qué seríamos sin ese olor a otro tiempo, a otra dimensión, a otra era?



CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury.

A quien le gusta pensar que algún día viviremos en Marte, reflexione detenidamente esto: Bradbury lo escribió hace más de sesenta años, y la era que estamos viviendo ahora, es la ambientación cronológica del libro (1999–2026). Publicado originalmente en el año 1950, The martian chronicles narra la conquista de los humanos en Marte y toda la barbarie, la emoción, la autodestrucción y el vacío. A través de veintiséis cuentos fascinantes –que hilvanan cronológicamente la llegada, la conquista y la pérdida de la condición humana–, Bradbury nos envuelve en la mejor historia de ciencia ficción contada por el hombre; en la que robots, naves espaciales, guerras nucleares, enfermedades y la naturaleza misma, hacen que el entorno futurista pueda ser el de una época cualquiera.




RAYUELA de Julio Cortázar

Cortázar nunca pasará de moda. Cada libro del argentino, es la pieza de un rompecabezas que se estira y condensa hasta llegar a los laberintos de Rayuela, publicada por primera vez en 1963 y celebrada en un sinnúmero de ediciones posteriores, incluyendo la edición conmemorativa de 50 años, publicada el año pasado. En esta novela, el tiempo parece detenerse entre un Buenos Aires solemne y un París pletórico. Cada capítulo es la amalgama de delirios contenidos, un mapa convexo de datos útiles e inútiles y un océano de información que extasía a cualquiera. Tenerla impresa es un «must» que merece rayarse, tacharse, anotarse y dejar un poco de uno mismo en las más de 500 páginas que la contienen. La historia de La Maga, Horacio, Traveler, Talita y tantos otros personajes; es de las más emblemáticas en lengua castellana. Cortázar es en Rayuela, lo que el Internet nos ha enseñado con la hipertextualidad.




EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO de J.D. Salinger

Holden, el personaje principal de The Catcher in the rye, como se titula en inglés, es la imagen obsesiva de la rebelión y la búsqueda. Todo en este personaje, es subversión y perspicacia. Desde 1951, cuando fue publicada la novela, un halo misterioso de prohibición y morbo ha ido alimentando su condición de «libro faro». En pocas palabras, su historia merece ser leída, pues, por un ojo descategorizado del sufrimiento y liberado de las cauces que conducen a repeler la realidad tal como es. Si bien la historia fluye en un Nueva York desolado y taciturno, esto nos puede provocar una ensoñación vagabunda digna de cualquier metrópolis. Su gracia, radica en que rompe los paradigmas de la geografía y el tiempo. He aquí su universalidad y su encanto. Cualquier edición en inglés, merece ser leída más que en español, donde pierde, un poco de autenticidad y poética que Sallinger le añadió sin darse cuenta.




Dicho esto, es tiempo de que dejen sus tablets y sus computadoras a un lado. Es momento de volver al papel y a la tinta, como en un futuro feliz (vintage), lleno de polillas y servilletas como separadores.

viernes, 16 de mayo de 2014

STEREO OFFSET y la música

Columna quincenal publicada en Esquisses, en el blog de Javier Payeras y en Revista Crónica.
Viernes 16 de mayo del 2014, domingo 18 de mayo y viernes 29 de mayo.





Esta semana se presentó mi libro “Stereo Offset” publicado por la reaparecida Editorial X. El libro está compuesto de cincuenta relatos y microrrelatos, en los que situaciones aisladas y recuerdos personales, permean la ficción a través de fotografías in situ y prosas musicales, que bien podrían estar aderezadas con el sonido amplificado (estéreo) de una máquina de impresión offset como las que imprimen los matutinos. Pero no, las historias del libro están infusionadas con música de Arctic Monkeys, Radiohead, Morrissey, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Patti Smith, Jim Morrison, Manu Chao, Black Sabbath y algunos otros.


Inspirado en todo eso, Javier (Payeras) escribió un texto sobre el libro que quiso se publicara en Esquisses –gracias, querido, tus palabras son analgésicos en una época donde todo sucede tan rápido, que no nos damos cuenta del verdadero poder que tienen las palabras; y tus palabras, compadre, son un regalo maravilloso para tiempos mejores–.


Abajo pueden leer el texto, talvez los anime a comprar el libro.





OFFSET PARA UN BROMO PRESENTE
Por Javier Payeras


Complicado hacer algo hermoso de esta edad destartalada. En oposición a lo que sucede en los lugares hermosos donde en realidad nada sucede.

Uno puede tener un ventanal que nos fulmina con la visión de una playa de arena blanca. Mientras bebemos vodka helado –como en una novela de Bret Easton Ellis– sin saber lo que es una goma ni un accidente cerebrovascular a causa de cocaína adulterada.

Pero, ¿la belleza no puede ser todo su contrario?: esos apartamentos donde están a punto de echarnos por mora; esos personajes que visten de cuero bajo un calor mayor de treinta grados y se hacen llamar morrisones; acaso no puede ser la patrulla y el enano corrupto que pide mordida con eficacia de evangelista. Tanta belleza en los detalles “un suéter amarillo”, una tarjeta de crédito y al fondo de nuestras mentes la tonadita de Manu Chao que nos pudrió con jipismo el hipotálamo. ¿Acaso no hay belleza en eso ¡carajo!? Claro que la hay porque los libros transforman el paisaje y el paisaje del ahora es tan siniestro como esta serie de microrrelatos Stereo Offset de Pablo Bromo.

Nunca voy a denunciar cuáles son reales y cuáles son ficticios. Pero sucede que somos compañeros de un largo viaje en el que involucramos literatura, fiesta, arte, fiesta, dolor, fiesta y muchas alegrías y fiesta. Desde hace rato que ya no nos dicen muchachos, que ya no nos echan su mal aliento encima dicéndonos que tenemos que aprender a escribir. No sé si eso es bueno o malo, no me importa, lo que sí importa es que estamos vivos y que cada vez disfruto más leyendo a mi amigo. Porque escribe lo que a mí me gustaría escribir... Si uno pudiera ser amigo de todos los buenos escritores de todos los tiempos, uno se acercaría a esa anormalidad de la vida que se llama felicidad constante. Tal cosa no es posible, así que nuestra alegría es breve y a destellos.

Tenemos muchísimas cosas que ver mientras leemos extaños libros que hablan de viajes espaciales o de Tarot o de psiquiatría. Disfrutar a Hemingway cuando hacemos cola en un banco y los televisores pasan los mejores goles mundialistas de todos los tiempos. Dejar perdido el tomo carísimo de Antiedipo Capitalismo y Esquizofrenia en la mesa de una tiendita de la Zona Uno... Esa ilustración nuestra que nos lleva a vivir mientras escribirmos, a vivir mientras leemos, a vivir mientras damos forma a esa utopía pendeja que llamamos “carrera literaria”. No queda otra, escribir con lápiz para borrar lo que definitivamente no valga la pena. Hacer libros pequeños para que sean leídos rápidamente y deslumbren a un lector sin la penosa interlocución de un crítico o un reseñista desinformado.

¿Y la música? La música está puesta a todo volumen, pero este libro necesita una entrada para audífonos que complemente su prosa exacta y sincera: The National, Patti Smith, Morrissey, Arctic Mokeys... También una pantalla inflable que pase los mejores momentos de David Fincher o Wes Anderson. Un libro lleno de citas, guiños, información. Un mapa enigmático del presente.


Han pasado los días y las influencias, pero este libro me gusta y me seguirá gustando, porque cada vez que lo lea será hoy, siempre hoy.




miércoles, 7 de mayo de 2014

LA MÚSICA Y LOS LIBROS

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 2 de mayo del 2014.



La semana pasada se celebró el Día Internacional del Libro en la librería Sophos. Toda una semana de ofertas, charlas, talleres y actividades relacionadas con la lectura. En sí, una fiesta memorable que año con año incluye una agenda con varios escritores reunidos para celebrar en grande al susodicho. Los días lunes y martes: foros, cena literaria y escritores haciéndola de libreros. El día miércoles: conferencia y club de lectura para niños y adultos. Y así, un compilado de actividades llenas de opinión, diálogo y sugerencias.


De toda la semana, el día más intenso fue el jueves. Casi cinco horas de charlas que conectaban a la literatura con otros temas, o mundos, como lo sugirió el querido Philippe Hunziker, cabeza principal de la librería. Por ejemplo, «Crimen y literatura», realizada magistralmente por los narradores Julio Prado y Francisco Alejandro Méndez, quienes destilaron cátedra y delirio sobre la novela policial, anécdotas personales y libros imprescindibles sobre el género. Otra de las charlas, «Televisión y literatura», sugirió uno de los mejores instantes de la noche con bromas ácidas propiciadas por los periodistas Juan Pablo Dardón y Luis Fernando Alejos, quienes conocen el tema y lo extendieron al máximo. Para el cierre, el público esperaba ansiosamente la charla de «Cine y literatura», que Luis Aceituno y el infatigable Javier Payeras dieron con erudición, paciencia y singularidad.

Todo esto empezó a las seis de la tarde con mi intervención. Una especie de hipervinculación entre literatura, música y movimientos culturales. El nombre de la charla, «Música y libros, dos formas de escuchar», que intenté dilucidar a través de una serie de apuntes y libros “faro” que nos acercan a la música o viceversa. Esto nació de un boceto cualquiera, en el que estructuré música con literatura que la inspiró y otra serie de apuntes de carácter creativo. Intentaré mapear la charla, entonces, haciendo una especie de esqueleto sugerente, que delimita los horizontes de la posmodernidad y aflora muchos vínculos entre música y literatura. Es un boceto de ensayo, por lo que quedan muchos cabos sueltos, no lo olviden.



PIES: La revolución sexual y los movimientos culturales masivos de los años cincuenta en Estados Unidos, dejan claro que cien años antes, en vísperas del romanticismo y el simbolismo francés, todo va a cambiar abruptamente. Así como Baudelaire –con su libro Las flores del mal publicado y censurado en 1857 o Una temporada en el infierno del decadente y maldito Rimbaud de 1873– hay una serie de compositores que van a cambiar la historia de la música: Bob Dylan y Jim Morrison, por citar a algunos. En el caso de Morrison –quien era devoto de Nietzsche, Blake, Céline, Huxley o el mismo Rimbaud–, nos augura que la poesía estará presente en la música del futuro. Por otro lado, Dylan nos ensombrece con historias contadas al mejor ritmo de un trovador medieval –pero con chumpa de cuero y armónica en la boca–, con matices que van desde Pound a Keats o desde Thomas a Eliot. Una especie de nueva trova cubana, cantada por Silvio Rodríguez con influencias de Martí, Darío o Neruda, pero bien hecha. En sí, un apego al folk-rock básico y fulgurante, que será interpretado por otros de una manera más sicodélica y delirante. Las lecturas acá van de la mano de la mejor literatura beat, entiéndase Burroughs, Kerouac, Ginsberg o Corso; pero también Miller, Marx, Hemingway o Capote. La Música: Jefferson Airplane, Beatles, Jimmi Hendrix, Lou Reed y Janis Joplin. Esto es lo que nos mantiene de pie, es decir, el rock-folk sicodélico, tosco y sin timidez. Pero cantado, claro, con sensatez, genio y mucha poesía.


PIERNAS Y BRAZOS: Acá entra el baile y el degenere, la oscuridad y la soberbia. En un ensayo leía que la literatura oscura y desesperanzada, por ejemplo Kafka o Joyce, siempre genera positivismo y lucidez. Lo vemos en películas y arte multimedia. Digamos, entonces, que las piernas y brazos de nuestro esqueleto músico-literario bien podrían ser todo lo que vino después del folk-rock sicodélico (1955-1970) hasta la entrada del postpunk (1978), que marcó un antes y un después en la historia de la música. Acá entraría todo el rock progresivo, la música disco-funk, los inicios de la electrónica y el heavy metal. Las bandas serían: Pink Floyd, Alan Parson’s Project, Bowie, Iron Maiden o Black Sabbath. La literatura: Poe, Lovecraft, Poe, Wells, Carroll o Lawrence. Algo así como las historias contadas de la manera más oscura pero hilvanadas con la fascinación del baile o el headbangin. Por eso hay que dedicarle tiempo y esmero a estas lecturas y a estas bandas, porque acá, es donde empieza lo bueno del deschongue poético. Sin piernas y brazos estamos condenados a no bailar, a no abrazar, a no empiernar. Y eso, es sumamente triste y doloroso.



TORSO: En el torso está ubicado el corazón, y esto, es lo más importante en la historia de la música y la literatura. Hacer las cosas con mucho corazón significa «tirar sobre la mesa de la historia, y sin pensarlo mucho, cualquier manifiesto visceral o primerizo». Eso es el punk, y por eso lo celebro tanto. Las bandas o músicos literarios que serían puro corazón: The Clash, Sex Pistols, Ramones, Television, Richard Hell, Iggy Pop, Black Flag, The Cure y por supuesto The Dead Kennedys. Los autores punk: Kafka, Camus y Chandler. También me atrevo a incluir a Nirvana y al movimiento grunge (1989-1995), que tiene como raíces al punk setentero (1974-1978) y a toda la furia de la desadaptación. Aquí podría citar a la Generación X, en especial a dos autores para entender la bifurcación insolente de la literatura norteamericana de los años ochenta en comparación con la beat de los año cincuenta y sesenta. Menciono, entonces, a Coupland y a Foster Wallace, dos marginales del mainstream. Dos gemas delirantes a los que les gustaba escuchar Brian Eno, Gary Numan, Kraftwerk, Talking Heads y mucho del synthpop de la época (no por fuerza tenían que escuchar punk, aunque su literatura si tenga rasgos de autodestrucción y anarquía). Otro autor punk es Palahniuk, que con su Club de la pelea lo deja más que claro. Y bueno, en música, olvidaba mencionar a la diosa del punk: Patti Smith. Sobre todo en sus discos Horses y Radio Ethiopia de mediados de los setenta, con una descarga poética muy a lo Baudelaire y Rimbaud. En pocas palabras: el elíxir de la poesía y el punk delirante.


CABEZA: Lo más importante, de donde sale la articulación y la genialidad. Acá podría hablar de muchas cosas, sin embargo, me limitaré a citar las lecturas que extrapolan los criterios de música que subyacen tras los autores que considero importantes e influyentes. Primero, El arcoiris de la gravedad de Pynchon junto a 1984 de George Orwell. Dos autores fascinantes que abundan en su crítica política y, sugieren, un nuevo despertar personal, introspectivo y desarticulado, no social. Segundo, J.D. Ballard (El mundo sumergido, Exposición de atrocidades, Noches de cocaína, Chronopolis, El mundo de cristal, etc.), quien podría ser el culpable de mucha de la música del siglo veinte y veintiuno; y a quien, como comentaba el jueves pasado en la charla, «aún desconocemos la influencia que ha causado en la ávida cultura de la posmodernidad». Así es, no lo duden, Ballard ha influenciado a músicos desde Marilyn Manson, Pink Floyd hasta John Lennon o Coldplay. Yo prefiero dos bandas en las que el discurso de estos tres autores es innegable, sobre todo de carácter político e introspectivo: Radiohead y Joy Division. Esto, porque su influencia musical es enormísima en los últimos treinta años. Intenten buscar en internet cuales son las bandas inspiradas en estas dos bandas y compartirán lo que estoy hablando.

Y bueno, olvidaba mencionar la influencia que Ballard ha tenido en músicos latinos como Gustavo Cerati o Luis Alberto Spinetta, a quien Artaud (otro autor) inspiró a componer aquel disco delicioso de 1972, justo antes de arremeter con todo su rock progresivo de Invisible y Pescado Rabioso, en una época en la que solo se podía leer literatura argentina, y por lo mismo, autores como Roberto Arlt fueron determinantes para el rock argentino de esos años (Pedro Aznar, Sui Generis, La máquina de hacer pájaros, Seru Giran, Pappo’s Blues, etc.). Por último, olvidaba mencionar a Rayuela de Cortázar y su jazz, a la influencia de Oscar Wilde y John Keats sobre Morrissey (The Smiths) y algunos libros de autores guatemaltecos como Rockstar de Julio Prado, Limbo de Javier Payeras y La Pirueta de Eduardo Halfon; en donde encontramos un universo musical que contagia.


Así, listos para mover la cabeza y pensar delicadamente en música bien delineada por literatura, los invito a revisar apuntes en libros de Ballard, a quien considero la cabeza de la música contemporánea. Y también, por qué no, explorar algunos de los libros que sugiero consultar. Y en palabras de Andrés Caicedo, como terminé la charla, «¡Qué viva la música!», porque sin ella, todo sería muy aburrido.