viernes, 5 de julio de 2013

LA POESÍA es una esquina luminosa

Corasón no lleva zeta (Palo de Hormigo, 2013)

“Para escribir poesía, no es necesario haber leído tanto”; le escuché decir a un narrador fanfarrón que lo que hacía, era interpolar suposiciones baratas, sacadas de la manga, y que al final de todo, resultaban ser estruendos vociferantes a un público que parecía hipnotizado por su don de clarividente poético y político saltimbanqui. “Así no es la cosa”, le dije a la señora que tenía al lado y me largué de la presentación sin despedirme de esa bola de charlatanes sinsentido. Ya estando afuera, encendí un cigarro y me puse a pensar que la poesía, después de tantos siglos de permanencia, es una construcción de muchos elementos que se necesitan los unos a los otros. Entre estos elementos está la sensibilidad, el pragmatismo, la creatividad, y sobre todas las cosas, la lectura. Además, la poesía es una esquina luminosa que nos protege de toda la oscuridad transcrita que nos duele desde el pozo que llevamos dentro.


Ahora bien, cuando avanzo hacia los rincones subterráneos de Corasón no lleva zeta, este libro de Mariano Cantoral –a quien conocí por su facilidad retórica de hilvanar semánticas en una lectura poética del Centro Histórico capitalino–, pienso en ese fanfarrón que mencionaba anteriormente. De seguro no entendería ni una sola imagen, o lo mejor, se sorprendería de lo que un poeta, académico en el vasto sentido de la palabra, hace con el sagrado y fulminante utensilio del lenguaje. Muy parecido a lo que hace Cerati.

En este libro, la palabra lo es todo, porque es la resultante de un ávido lector y un escritor aguerrido que experimenta con el lenguaje hasta los límites. Tal pareciera, que Mariano es de esos poetas a quien la palabra se le adherido con sus imágenes y sus posibilidad de símbolos imaginativos, ya que cada uno de los poemas acá reunidos, son una representación gráfica de que la poesía es un ejercicio que toma tiempo, experiencias, desempleos, canas, soledades, vacíos y mucha minuciosidad (quirúrgica) para desprender la dermis de lo cotidiano e invandir la profundidad de todos “los nervios de los nervios ensangrentados”.


A Mariano, parece que la poesía le fluye naturalmente. Es su lenguaje, su oxígeno, su modus vivendis. Es su colmena con miel picante, donde construye rascacielos y champas en el aire. También es su taza de vidrio donde toma té de tilo y arranca las intranquilidades abruptamente. En sí, el libro es un pequeño universo, donde se puede comprender a las huestes sonámbulas que nos habitan y, que de alguna manera, nos invanden con sus poporopos, avenidas y matasingas a diario.


Corasón no lleva zeta, es un mapa transitado por la horizontalidad de la metáfora, que todo lo alcanza y lo comprende. También es un libro en el que el lenguaje común se amplía, y por momentos se contrae, llenándolo de furia académica y versatilidad insolente, llena de posibilidades y consencuencias sagaces. Además, es un diario fotográfico en el que la palabra es su mejor recurso y aliado.

No hay duda que este libro es un regalo para tiempos mejores.

Además, de una solitaria inmersión en la poesis de un poeta brillante.


Les copio cuatro poemas:


AUTOCHURRASCO

Anochece noche a noche
llega el día, sucede,
empujas para las afueras
lo que está en ascuas,
quema y duele,
no arde pero chamusca
soy esa carne comestible
que se sazona con saliva.




ESTADO

El estado y el regente
que yo anhelo
no está descrito
en un libro
de Bodín
sino en mi cabeza
empaquetada
en una utopía.



CÉLULAS

Dicen que como todos,
soy un conjunto de células.

No lo creo.

So soy una suma de algo,
será indudablemente de rarezas.

Molusco, celenterado o bizarro,
mi organismo no permite ser encajado
en la taxonomía de algún letrado.

Mi organismo es como cualquier otro
un ente movedizo e inconstante,
policromo, espantoso y evanescente.



TRISTEZA

Cuando el río nos lleva la tristeza
y no hay amor, para nada lo hay
defínanlo como putas quieran, no lo hay
odio eso, Dios lo sabe, alguno lo sabe
no hay que pintar carrozas rojas
cañones de artillería beligerante
figuras estampadas en casas rodantes
besos en las mandíbulas rotas,
el pelo se cae se cae,
porque este cuerpo se mina se mina,
cobra caro el petróleo de los años mierdas
dos cervezas, testigos presenciales
son víctimas también del sistema.



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Corasón no lleva zeta
Mariano Cantoral
84 pags, Palo de Hormigo, 2013
ISBN: 978-9929-644-04-05

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