viernes, 6 de marzo de 2015

MIS INICIALES DE LA FIESTA: DMT, MDMA, LSD, DNB, EMD, IMD y SMA

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 6 de marzo del 2015.



 La primera fiesta electrónica a la que fui fue en el año noventa y ocho.

Tenía el pelo bien corto, un grupo de amigos bien locos y varias rolas de 4Hero en la cabeza. No recuerdo bien si ese fue el primer rave al que fui, en algún lugar borroso de la zona 6 o zona 2, o fue otro en una bodega del centro, todavía más under, dark y locochón. Lo que sí recuerdo fue la resaca del día después y los beats de Fatboy Slim, Chemical Brothers y Faithless retumbando en la cabeza por la marihuana, la bailada y el ectasi.

Todo lo demás, fue un relámpago de sorpresas y una que otra buena puteada de mis viejos al ritmo del mejor drum and bass o big beat de la época: desde Propellerheads hasta Crystal Method, y claro, pasando por Moby, Goldie, Apollo 440, Meat Beat Manifesto, Photek o Aphex Twin.

Las fiestas las organizaban unos compas, aún más locos que nosotros, que se hacían llamar La Fosa Común o Fiestas Clandestinas; a las que tenías que seguir con escasez de redes sociales y chulos flyers hechos a la medida de la fiesta –dos ambientes y en algunos casos pálido offset–.

Claro, después de esas fiestas en Guate vinieron otras: La Cúpula, una terraza en zona 4, varias en una casa enorme hasta la chingada en carretera a El Salvador, La Antigua, La Barraca, Trescerocuatro, Corto Circuito, Selekto, The Box, Bass Supremacy, Secret Garden, los afters, los afterafters, etcétera. De esa época, o mucho antes, otro compa (Joserra) también era el dios curador (palabra aún desconocida en el léxico chapín) de otras fiestas más intensas: El Rave del Castillo. Pero en fin, al final todo se ha ido moldeando y acomodando al impulso propio de cada época. Lo que perdura es la rabia generadora de espacios alternativos, la mágica convivencia, el estruendo sonoro y la furia danzante del punchis-punchis.

Entonces puedo decir que me la he pasado bomba bailando hasta el amanecer en más de cien purrunes: John Digweed en un hangar del aeropuerto, Hernan Cattaneo en una disco de Las Américas, James Holden en otra disco de la zona viva, Satoshi la primera vez, Tambour Battant y Niveau Zero hasta el queso, todas las memorables Selekto, las infaltables del trescerocuatro, las improvisadas del lounge de elektronik.net en el segundo piso del Monachos, Corto Circuito, The Box, Above & Beyond, Infected Mushroom, Miguel Miggs y la lista continúa

A lo que voy con toda esta memorabilia espontánea (y esto lo pensaba hace un mes en una fiesta de la Revista Folk con Leke y Tropical Terror tronando bajos tropicales en una noche fría), es que la fiesta continúa y hay que agarrarla bailando.



Por eso aplaudo a colectivos como Danzón Pérez o Cube Rec con su Semana de Música Avanzada, que hacen posible que celebraciones a la música digital y al bailongo (como el de anoche con Coma y Robag Wruhme) sigan su curso y evoquen lo más hermoso de la música: ese silencio experimental que queda incandescente en el ambiente después de la más sublime de todas las fiestas.

Gracias, queridos, por eso.

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