jueves, 1 de marzo de 2012

LAS PREGUNTAS y las respuestas

Columna publicada en Diario de Centro América.
Jueves 1 de marzo del 2012.
Reeditada.




Foto: The Beatles en performance
Mi vida siempre ha estado acompañada de accidentes y de sortilegios sublimes. Un día, por ejemplo, hace muchos años, alguien se me acercó y me cuestionó sobre lo qué iba a hacer por el resto de mi vida. No fueron mis padres, que incluso en algún momento también lo hicieron. Si no fue este personaje, del cual no recuerdo su nombre marxista, pero lo ubico por rostro y contexto: Pelo largo y tatuado, al igual que yo en esos años. Luego de preguntarme, yo le respondí como buen amateur que soy y siempre he sido: "No lo sé, querido, pero que venga lo que venga, al final todo en la vida es un regalo".

Muchos años después me pongo a pensar en esa respuesta tan obtusa, prematura y adolescente de mi parte, sobre lo que hice y rehíce con mi vida, pero también con lo que he intentado hacer o quiero hacer en un futuro cercano o lejano. Al final el dividendo se resume a algo tan práctico y humano, talvez poético: Soy feliz.

Sí, soy feliz. Soy muy feliz haciendo lo que me apasiona hacer. Mi vida es la literatura, la gastronomía y el arte en todas sus aristas. Pero al final de todo, como siempre pasa, me quedo pensado en que el lenguaje es sumamente engañoso, y mucho, sobre todo cuando se trata de decir lo que uno realmente quiere decir.

Octavio Paz hablaba de que el lenguaje es una situación arbitraria en nuestras circunstancias. Es cierto. Yo no sé por qué razón nací en este país, doloroso e incierto, pero sí sé que de no haber nacido en este país, que amo y odio, no sería lo que soy en este presente. La vida es paradójica, tierna e inverosímil; así lo escribí en alguno de mis libros. Nada está perdido cuando se trata de volver al rumbo de lo que anhelamos. Lo que mueve al mundo, e incluso a mis propias emociones, ya lo dijeron los Beatles. Sí, es el amor. No un amor cursi. No un amor idiota, obsesivo, estúpido y comercial. No un amor de tarjetita de Wallmart o La Bodegona. No un amor cansado e inútil. Hablo de un amor que nace desde nosotros mismos, desde el fondo de nuestro ser. Por ejemplo, cuando leemos los titulares del diario y queremos "francotirar" a las bestias que asesinan a nuestra gente; eso es amor. Quizá sea un amor violento, pero es amor por nuestros ideales de libertad y complicidad.

La libertad es algo que se devaluó en discurso, pero que al final nos hace ser felices y por consecuencia, libres. Libres de caminar donde queremos caminar y hacer lo que se nos antoja. En mi caso, yo "francotiro" regularmente desde mi prosa poética. La poesía ha sido para mí una herramienta, con la que interactúo en mi microcosmos, ése que al final de cuentas me hace feliz y punto.

Por eso me pregunto, ¿será cada palabra una celebración? ¿Será realmente conveniente preguntar "cómo estás" y responder "bien", "aquí", "jalando la carreta"? ¿Qué carreta jalamos? ¿Existe el "masomenos"?

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