Si todo hubiera salido bien, esta columna la
hubiera escrito en México, sentado en un café internet o detrás de una
computadora prestada. No sé en qué momento, pero de seguro la habría escrito de
resaca, hoy por la mañana, y con ese temblereque indómito que deja una bailada
de un buen concierto. Mi editor de Esquisses,
la hubiera recibido tarde, digamos, a eso de las once y media de la mañana.
Tarde, sí, pero infalible y honesta. Así como deben de ser las cosas que uno
ama. Al leerla, él y usted se hubieran quedado atónitos, enmudecidos, con una
omnipresencia frustrada; dibujándoseles ahí, en las esquinas del rostro y los
calendarios, una sonrisa llena de música y estruendo sonoro.
Entre envidias y asombro, mi editor me hubiera
escrito, a través del chat de Facebook, que la publicaba después del medio día,
sin falta. Luego hubiera agregado un emoticón, para rematar con un «…y hay me
traés algo aunque sea, pues». Al respecto, Eme Jota, que en este mismo momento
se estaría bronceando en la piscina del hotel, hubiera soltado una pequeña
risita, de esas de que tanto me gustan. En ese momento, hubiéramos leído la
columna juntos, y me habría dado cuenta, de que hablar de música es acomplejar
la lectura. Lo mejor es sentirla. En cada trote de la vida o desde la
naturaleza.
Por eso, estoy seguro que la hubiera escrito
muy breve, así como los relatos de Chéjov que tanto me gustan. En ella no
hubiera hablado de tacos. Tampoco del Zócalo o el Metro. Mucho menos de ruinas
espaciales y catedrales futuristas. A lo mejor, eso sí, hubiera mencionado a
los poetas y editores Yaxkin Melchy, Jocelyn Pantoja y René Morales; con quienes hoy por
la noche, tendría una presentación de libros y lectura de poemas inéditos. Al
regresar a la columna, hubiera escrito, por ejemplo: «El fulgor con el que la
nueva poesía mexicana, se entrelaza con la música y el amor, es fascinante».
También hubiera utilizado frases como «la profundidad sonora con la que Thom
Yorke interviene cada acorde del bajo de Flea» o «el idm parece haberle robado
algo a las estrellas» o «James Holden es el nuevo astronauta de la música
electrónica», hablando estríctamente del concierto de anoche.
Así, en menos de dos mil caracteres, hubiera
disimulado mi odio y mi rabia por no haber viajado a México hace una semana.
Por último, hubiera recomendado tres discos nuevos: Innocents de Moby, Right
Thoughts, Right Words, Right Action de Franz Ferdinand y AM
de Arctic Monkeys. Luego, para concluir, hubiera puesto algún enlace o alguna fotografía desde el Bosque de Chapultepec, para después marcar un renglón doble.
Y en la última línea, justo debajo del espacio
en blanco, me hubiera despedido con un «¡Qué viva la música!», citando a Andrés
Caicedo que tanto me gusta.
Columna quincenal publicada en Esquisses.
Columna quincenal publicada en Esquisses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario