viernes, 14 de marzo de 2014

POEMA PARA MORRISSEY

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 14 de marzo del 2014.




Los días
se repiten
como meteoritos dulces y sin órbita.
Se cansan y disipan,

se divorcian y acolochan
sobre almohadas tristes
donde duermen,
junto a una canción
lumínica y poderosa
que los salva
poco a poco.
Luego llega
el tibio alucín:
la rabia, el enojo,
el estruendo, el odio,
el amor desde la monotonía
de los vecindarios, los ritos, el adiós.
Todo se desintegra a cuentagotas.
Todo es un Titanic inhalando icebergs,
parafraseos, dudas, sueños, quimeras.
Nada,
nada volverá a ser lo mismo
después de una madrugada
anestesiada en lisérgicos.
Nada volverá a brillar
como antes,
ahora que todo es una arritmia
de decesos y un solo de guitarra
ensimismado, crispando diablos
y flotando en el aire turbio de la memoria.
El poema, digo, tu risa es una estrella
cayendo bocabajo. Triste, sutil, ligera, solemne.
Lo mejor será borrarlo todo y empezar de nuevo.
Con un peinado raro y una camiseta y un walkman.
Delirando bicicletas en verano y ocio y pavimento.
Entonces olvidarnos no será fácil,
será una lección ensangrentada
donde nos romperemos los puños
a cada rato, con cada estrofa mal cantada.
Y los símbolos oscuros de la desdicha
nunca volverán a alcanzarnos. He dicho.
Bajo el sol infernal de una tarde de marzo.

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