martes, 11 de septiembre de 2012

ÁNGEL POYÓN: La sencillez de la complejidad

Foto: Reloj de la serie
Estudios del fracaso medidos
en tiempo y espacio.
Ángel Poyón es uno de los artistas visuales más innovadores y vanguardistas de la Latinoamérica actual. Su obra es extrema-damente sensitiva y analítica. Es como dejarse ir, montaña abajo, por un roller coaster reflexivo, siniestro y minimalista. Ha ganado el glifo de oro en la XIII Bienal de Arte Paiz en 2002 y también la Subasta de Arte Latinoamericano Juannio en 2005 y 2010, entre otros reconocimientos a lo largo del continente. Esto nos hace comprender que todo lo que hace dentro de las distintas fronteras del arte, tenga una importancia creadora y una valorización de estética universal.

En otras palabras –literalmente–, Ángel es un ajuchán, que en lengua Kaqchikel significa: persona creativa. Su obra ya es bastante reconocida y se ha visto en distintas galerías nacionales y/o internacionales, ya que se ha expuesto dentro de muestras individuales y colectivas a lo largo de Centro América, México, Estados Unidos, Cuba, Perú, Argentina, Europa y Taiwán. La sencillez de su estilo es uno de los rasgos que caracterizan las obras de Ángel, que en cualquier latitud donde se exhiban, pueden llegar a tener una subjetividad exquisita, precisa y sencilla. Pero ojo, esa sencillez que parece tímida y silente, es en realidad un latir constante de reflexiones y una sinfonía discursiva que edifica constelaciones etéreas, aún indescifrables para muchos de nosotros.


Básculas sin números de medición evocando el vacío. Relojes sin agujas medidoras en un ciclo de tiempo inagotable. Relojes intervenidos con objetos cotidianos que destilan la existencia en segundos sin métrica. Lápidas funerarias con imágenes de objetos tecnológicos y epitafios grabados a manera de poesía concreta, breve y concisa con aforismos existenciales como: "Cuerpo, ¿tú también me abandonas?" o "Descansa aquí la forma de mi dolor". Limpiabrisas que eliminan el polvo, el mismo polvo que somos y que seremos. Calendarios inconclusos que fueron despojados de sus días y sus fechas, históricamente. Cuadros de enormes dimensiones donde una imagen casi microscópica es la que habita ese vacío, ese silencio, esa pesadumbre.


Las obras de Ángel contienen esa sencillez desafiante, voraz, y en la mayoría de las veces optimista. Un optimismo extraño, mezclado con rabia y meditación. Lo que sí es inevitable, es que su obra no se resiste a ser interpretada una y otra vez. Es una especie de acertijo obsesivo que nos invita a pensar críticamente. Temas como el tiempo, la memoria, la migración, el poder, la globalización, el olvido, la tecnocracía, la vacuidad, la permanencia, la otretad, la lejanía, el abandono, el contexto, la soledad y la comunicación; están presentes a lo largo de toda su obra como un ente poético que se reafirma constantemente hasta el infinito. Por eso es que su obra, sin lugar a dudas, es de las más reflexivas dentro del arte contemporáneo. Además, de una carga existencial ensordecedora.
 
El lenguaje artístico de Ángel es sensitivo y minimalista. Lo que nos hace suponer que su obra pasa por un largo período de reflexión hasta que llega a ser exhibida frente al público en dimensiones variables e instalaciones con proporciones diversas.
 
Ángel es, en cada una de estas obras, un testigo que nos analiza detenidamente a lo largo de nuestras cavilaciones. Como si su obra fuera un lente angular que lo observa todo, todo, todo.




ÁNGEL POYÓN:
http://www.saltfineart.com/viewArtist.php?artist_id=37

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