viernes, 30 de mayo de 2014

LA PUYA y la rebelión

Columna quincenal publicada en Esquisses.
Viernes 30 de mayo del 2014.

















VIERNES, siete pe eme. Una barricada de quince policías permanece muda frente a un grupo de manifestantes en el Ministerio de Gobernación. Sus rostros demacrados vigilan y contemplan a cada uno de los “hippies” que canta canciones de Silvio Rodríguez y Guaraguao. En sus miradas esquivas hay algo de rabia, pero en el fondo, hay desolación y tristeza. El viernes decrece, la noche avanza. Los policías recogen las cartulinas y las tiran en un bote de basura del parque. Unos se quitan el uniforme y otros salen a patrullar el Centro de la capital.


VIERNES, once pe eme. En un karaoke de moda, una chica tatuada y con lentes de botella canta desesperadamente This charming man de The Smiths intentando olvidar la lista de llamadas perdidas de su ex novio. Al bajar del escenario pide dos tequilas, uno para ella y otro para su amiga. Cantar en público no la pone nerviosa, pero sí tener sexo por primera vez con Mariela. Lo sabe. Lo intuye. Por eso le tiemblan la piernas.


SÁBADO, ocho a eme. Un renombrado restaurante de mariscos anuncia a través de escuetos mensajes por redes sociales, que ya no tienen mesas disponibles en sus instalaciones, pero que en la terraza del local se están haciendo arreglos para atender a quienes no pudieron reservar mesa para ver el partido de futbol. Además, añaden a través de su página en Facebook, que habrán cubetazos de cerveza extranjera a precios incomparables, pero que lamentablemente no cuentan con parqueo suficiente para abastecer a tanto comensal.


SÁBADO, ocho treinta a eme. En un comedor frente a una estación de bus, un hombre de estatura promedio bebe café y abre el periódico. En las primeras páginas ve sangre, humo, maquinaria y cuerpos tumbados. Siente indignación pero cambia de página rápidamente para leer el pronóstico de la ansiada final europea. Al fondo del local, una muchacha enclenque le trae un pan con frijol de desayuno. Suena una bocina estrepitosa y alguien grita, presuroso. El hombre, que come su pan con una mano y sostiene el periódico con la otra, sale abruptamente del local para abordar el autobús rumbo a Cuarrancho. De los parlantes de la camioneta retumba una libidinosa bachata. Al entrar saluda al chofer, y en menos de cinco minutos cae en un profundísimo sueño del que despierta media hora después, sin mochila ni billete para pagar el pasaje.


SÁBADO, nueve a eme. La cadera de Shakira anuncia la esperada llegada del mundial después de que aparecen imágenes de patrullas y policías “antimotín” en el noticiero de las nueve. La protesta –pacífica y valiente desde hace dos años– no es tan popular y pegajosa como la canción insulsa de la colombiana. No hace falta gritarlo. Los gestos de los dos presentadores del telediario lo hacen más que obvio al anunciar al patrocinador del canal.


SÁBADO, medio día. Mil zombis observan mil televisores con sus mil tarros de cerveza en la mano. Estupefactos y semi borrachos, ven patear el balón de un lado a otro a una docena de españoles uniformados que se mueven al ritmo de la batucada hipnótica del graderío. Afuera del restaurante, un guardia de seguridad ve de reojo el escote de una aficionada, y siente, que se le dispara el rifle dentro del calzoncillo. A puras penas logra contener el chiflido macho, y decide dar una vuelta por el parqueo para ver si vienen más culitos uniformados. Tiene suerte. Hoy se puede dar gusto a «taco de ojo» con tanta edecán que visita el lugar.


SÁBADO, después del primer gol. Enfurecida, una periodista postea en su perfil de Twitter una foto que dice «Sí a la vida, NO a la minería, NO al futbol». De inmediato, una decena de “seguidores” la injurian con apelativos como «resentida», «hippie loca» o frases que van desde «huevona… la minería da trabajo y pisto al país» hasta otras inofensivas pero desatinadas como «esa mara se lo buscó…» o «el futbol es nuestra esperanza… no te metás con ella, ecologista pisada». Afligida y colérica, la periodista retuitea algunos de los comentarios y decide alistarse para ir cubrir la nota en San Pedro Ayampuc, al mismo momento que piensa en reproducir pancartas con frases de canciones de Calle 13 y poemas de Roque Dalton. Siente un vacío en el estómago, pero aprieta los puños y levanta la frente. Una hora después, platica con mujeres y niños de La Puya, que le recuerdan por qué estudió periodismo. El vacío en el estómago se va llenando de a poquitos a pura sonrisa.


SÁBADO, al final de la tarde. Un estudiante de segundo año de Comunicación decide googlear «la puya», «minería en guatemala» y otros tópicos adoc para informarse. Después de leer por varios minutos las noticias y aburrirse con los comentarios de algunas páginas de internet, se prepara para salir a un concierto de música electrónica en la Antigua Guatemala. Horas después, termina en un after discutiendo con unos borrachos que defienden a Otto Pérez y a Ríos Montt. Uno de los borrachos, malacara y manodura, le dice que le van a quebrar el culo si sigue hablando muladas. Se calla, enciende un cigarro y compra otra cerveza. Los Flaming Lips suenan de la bocina de la fiesta. Siente impotencia, abandono, también rencor. Por eso baila.


SÁBADO, once pe eme. Dos cineastas conversan sobre la Muestra de Cine Internacional Memoria–Verdad–Justicia mientras beben ron dominicano en vasos plásticos. Uno le dice al otro que prefiere no hablar de La Puya porque le puya el corazón cuando lo hace. Ambos ríen por el juego de palabras y brindan por la vida. Al fondo de la casa del cineasta extranjero, frente a las bocinas del estéreo, unos escritores escuchan Gary Numan y maldicen al gobierno en voz alta mientras repiten insistentemente frases del himno nacional, burlándose afanosamente de cada una de las ridículas estrofas. La ciudad, al fondo, con sus lucecitas tristes y su sueño despabilado, no los escucha y prefiere seguir la celebración del Real Madrid sin profanar lo “sagrado” de esta patria.


DOMINGO, ocho a eme. Una mamá le explica a su hija de ocho años para qué sirve una bomba lacrímogena. La niña le responde con una pregunta, «no entiendo, ¿osea que al final la bomba que no es bomba sí sirve para lastimar a la gente?». Un silencio inunda la habitación.


DOMINGO, después del medio día. Un redactor de prensa escribe una nota sobre La Puya. Recibe una llamada. Cuelga. Borra todo lo que ha escrito y escribe un texto verdaderamente hermoso sobre la Décima Copa del Real Madrid. El martes será el día de gloria. Sus primeras dos páginas centrales y un nudo en la garganta no lo dejarán dormir por la “emoción”.


DOMINGO, ocho pe eme. Releo algunos comentarios y columnas de opinión. Me entristezco. Permuto pensamientos en silencio. Enciendo un cigarro y tarareo una canción de Rage Against the Machine en mi cabeza. Me repongo del vahído. Escribo en resistencia. Anhelo otro país.

1 comentario:

  1. Jodidamente impresionante, realista, justo al punto…
    Tristes realidades, al leer cada situación… veía imágenes, como en un cortometraje, imaginaba cada sensación… magia total, saludos.

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